miércoles, 23 de octubre de 2013

Lutxo Pérez, repaso magistral al rocksteady 60's con una catarsis que implica identidad

Portada
El periodista Luis “Lutxo” Pérez Bretones ha  publicado un libro con el título de “Catarsis rocksteady” (Ediciones 33Series. 2013) con un doble propósito, uno de personal y otro de colectivo. En el plano íntimo, obedece a una catarsis que “implica identidad” tras un suceso sentimental que marca su vida. El rocksteady, como nos apunta en la introducción, “fue una dulce evasión ante el penoso caos de una existencia que no me conducía a ninguna parte”. Por otra parte, en el ámbito colectivo, su autor se nos descubre como un gran musicólogo que es, con absoluto conocimiento de causa, apasionado por la música de origen jamaiquino. El resultado es un exhaustivo trabajo documental, no exento de opiniones brillantes, sobre un género musical que sirvió de puente entre el ska y el reggae en la Jamaica de 1966 a 1968.

En nuestra opinión, el autor logra entrelazar ambos objetivos, el personal y el colectivo, de forma magistral. Estamos convencidos que el libro no habría obtenido el mismo impacto en el lector si los hubiera abordado por separado. Para entendernos, este gran trabajo tiene una parte objetiva que sería imposible de captar en toda su esencia sin otra de subjetiva.Cabe mencionar también que la portada, obra del propio autor, con esa conocida bandera jamaicana, incluye un dibujo que representa a Lutxo paseando al lado del río Pisuerga a su paso por Valladolid, escuhando rocksteady por los cascos. Circunstancia que se menciona en esta su primera obra que también cuenta con otros dibujos de la Fabe All Stars y Chis.  

Lutxo Pérez. Foto: L. Fraile
Sin lugar a dudas, el autor hace gala de una extraordinaria capacidad profesional de síntesis mediante ese buen oficio que le lleva a seguir un ritmo narrativo ágil y persuasivo. De este modo, nos facilita una lectura que nos empapa de numerosas referencias sin que por ello sucumbamos ahogados entre datos y más datos como puede darse el caso en otras empresas similares de musicología tan exhaustivas como ésta.

Lutxo es capaz de intercalar, con absoluta destreza, brillantes reflexiones personales  con una serie reveladora de circunstancias cruciales en la historia de Jamaica a base de nombres de canciones, músicos de estudio, grupos, fechas, calles, artistas, etc… Con estos parámetros da vida a un trabajo consistente perfilado desde el alma y regulado por el cerebro que agradará tanto al experto en sonidos jamaicanos como a todo aquel que se interese por la música del siglo XX.  

Contraportada
“Los aficionados más enfermos del rocksteady asegurarán con los ojos cerrados que esta fue la verdadera edad dorada de la cosa musical jamaiquina”, nos dice su autor en uno de los capítulos del libro. Es una de las múltiples y acertadas consideraciones que se aportan a lo largo del libro y que, en ningún momento, nos indican que su responsable pretenda sentar cátedra al respecto. Más  bien se empeña, con una naturalidad encomiable, en dejar bien claro que su  obra responde a la empatía por un estilo artístico porque  “toda la música es susceptible de provocar sensaciones bonitas, de aliviar las penas, de poner un rayo de sol entre las nubes del día más gris”.  Pero no crean,  como él mismo añade, que “mi palabrería corresponde únicamente a las divagaciones de un espectador ultrasensible”, ni mucho menos. Su absoluto dominio del género, sobre el que ha realizado un enorme trabajo documental, nos permite acercarnos y conocer los derroteros de un estilo que “fue la respuesta artística de todo el pueblo jamaiquino a su desesperada situación vital”. El rocksteady, como bien apunta Lutxo “sirvió de alivio a la resaca de la fiesta de la independencia y el ska, y purificó las pasiones de un pueblo que súbitamente se vio conducido a la deriva”.    


Coxsone VV.AA. 1967
Los grandes protagonistas de esta historia son, ante todo, la música y sus músicos, como  Lynn Taitt, guitarrista trinitense y arquitecto del rocksteady; los sound systems que derivaron en los estudios como el de Duke Reid y Coxsone Dodd; así como una larga lista de nombres indispensables como Lee Perry; Tommy McCook,  Alton Ellis, Ken Boothe, Princer Buster, Desmond Dekker, Bob Marley, Delroy Wilson, entre muchos más; y bandas como los Paragons, Ethiopians, Tecniques, Uniques… Lutxo nos habla de todos ellos, destaca sus virtudes pero también pone de manifesto algunos de sus defectos según los casos. Incluso hay un apartado con un listado de más de 200 canciones “rocksteadys del corazón”, así como un breve pero intenso análisis sobre la esclavitud con el título de “Amarga caña de azucar” a cargo de Juan Suárez Rodríguez.  

Todos los protagonistas del rocksteady y de este libro intentaron subsistir, con mayor o menor fortuna, a la realidad sociopolítica y cultural de la Jamaica postcolonial, la de mediados de los sesenta. Una  década considerada como el “mayor robo en la historia de la música”  en la que los hurtos musicales eran habituales y la indefensión de los músicos frente a las discográficas realmente flagrantes. Sin embargo, una isla con las dimensiones de Asturias y con los mismos habitantes que Galicia, como nos recuerda Lutxo, fue capaz de generar una avalancha de canciones y artistas memorables que, si bien en muchos casos compartían riddims (bases rítmicas con un papel preponderante de las cruciales líneas de bajo), fueron capaces de transmitir una emoción incomparable con escasos recursos, a base de imaginación y creatividad a raudales. 

Lutxo Pérez. Foto: L. Fraile
El libro de Lutxo Pérez  acaba en el momento en que el pueblo jamaiquino deja atrás el rocksteady y nace el reggae, el auténtico soul de un país, que hasta el momento había adaptado a su idiosincracia el R&B norteamericano. La era del rocksteady había profesionalizado el negocio e introdujo avances técnicos y tecnológicos claves, dice el autor de esta obra. Pero ese nombre genérico que al principio hizo gracia porque rimaba con “Get Ready”, ya no gustaba a una sociedad  mediatizada por una “escuela de gestos en la que los pequeños detalles importan mucho”.  Y precisamente son esos pequeños detalles, esa escuela de gestos del propio Lutxo, la que se manifiesta en todas y cada una de las páginas de este fabuloso libro. Un trabajo tan profesional como emotivo que, con toda seguridad, enganchará al lector sensible de principio a fin hasta tal punto que es posible que acabe caminando, como el autor, por las calles de su propia ciudad, al tiempo que escucha rocksteady mientras reflexiona sobre algunos de esos momentos catárticos tan vitales para todos.        

Nota: El libro está a punto de agotar su primera edición en el momento de redactar esta reseña pero esta prevista una segunda con lo que puedes solicitar una copia a la editorial 33Series.
Por otra parte, la lectura de "Catarsis Rocksteady" se puede acompañar musicalmente a través de una lista de Spotify cuyo enlace está aquí.  

Documento sonoro:

Dice Lutxo en la página 165 de su libro "Catarsis Rocksteady": "Pongan a punto el corazón y entréguense a "One fine day" (Slim Smith and The Uniques 1968) como lo hizo el que esto escribe... Escucharla ahora me enseña que el rocksteady no me salvó la vida. Simplemente, llegó para formar parte de ella, para atrapar los momentos".








2 comentarios:

  1. Me l'acabo de demanar! Quina pinta més bona!!! Gràcies Alex!!!!!

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    1. T'agradarà, segur, és un molt bon llibre. Gràcies a tu pel comentari,.

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